El apellido de mi mamá

Hace apenas unos días, escuche a mi mamá quejarse del sistema social, que de una manera “cruel” ha implementado un método poco coherente, que va eliminando, generación tras generación, el apellido materno.

Y es que, en esta sociedad con el paso de las generaciones uno va perdiendo el apellido de su madre. En la mayoría de los casos, cuando alguien anota mi nombre se limita a escribir Chris Vargas, evadiendo el segundo apellido: Pérez.  Esto así independientemente del espacio, ya que, mi nombre es bastante corto y es uno solo.

No se de quien fue la “genial” idea de implementar como regla que el apellido de nuestros padres sea el que secunde nuestros nombres, llevando a un último plano el apellido de nuestras madres.  Que bien claro está, son las autoras de nuestras vidas, nos llevan nueve largos meses en sus vientres y con dolor nos traen al mundo.  Para luego, día tras día velar por nuestra salud, educación y bienestar.

Estoy completamente de acuerdo con mi mamá y con gran orgullo llevo su apellido, tanto es así que, consciente de la labor que a diario hace por mi,  lo prefiero ante el apellido de mi padre, y en mi dirección de correo, que es de las pocas cosas que puedo modificar sin tener problemas legales, uso mi apellido materno: zero_perez@hotmail.com

Si a mi me cuesta defender mi apellido materno, qué puedo esperar de mis hijos que no llegaran siquiera a conocer el apellido de su abuela.  Y eso que por ser hombre no existe ley alguna que me obligue a variar mi apellido, porque en el caso de las mujeres, al contraer matrimonio, pierden, para siempre el apellido de sus madres.

¡Bueno, esa es la sociedad!, no queda nada que hacer.  Solo decirle a mi madre, que me siento muy orgulloso del apellido que me ha dado y que conozco muy bien, aunque ella no lo crea, el gran sacrificio que siempre ha hecho por mí.  Por eso, cuando tenga que escribir mi nombre, firmaré con gran orgullo: Chris Vargas Pérez.